Ayudemos a Capriles a cumplir

 

 

 

Mario Villegas

 

En mis recientes artículos he roto lanzas contra la incondicionalidad y el servilismo, cuya más grotesca expresión planetaria ha tenido lugar en Venezuela con el babosamente reverenciado Hugo Chávez Frías. He alertado sobre el riesgo de que una parte de quienes hoy adversamos al régimen vaya en el futuro a copiar tan infame proceder y lo replique con el nuevo Presidente y el gobierno que surjan de las venideras elecciones presidenciales. He comentado que el tiempo de las incondicionalidades está llegando a su fin. Y ahora agrego: al decirle adiós a las focas rojas rojitas no podemos darle la bienvenida a focas  de otro color, ya sea que se vistan hasta de vinotinto o de tricolor.

Dicho esto, subrayo para que no quepan dudas: no me presto al doble juego y  tengo clarito que la puerta de entrada a un cambio democrático y progresista en Venezuela pasa por la necesaria derrota electoral de Chávez el 7 de octubre y hacia ese vital objetivo están encaminados mis deseos y mis modestos aportes. De allí que, independiente como soy, haya adherido la candidatura unitaria de Henrique Capriles Radonski, apoyada por un amplísimo abanico de fuerzas políticas y sociales y montada sobre un inusitado fervor de pueblo.

Si bien la campaña sucia del oficialismo podría generar en algún elector cierta dosis de incertidumbre sobre la naturaleza del gobierno por venir, ninguna duda hay de que con Chávez en la Presidencia no hay manera de salir de este hueco autoritario, militarista, retrógrado, sectario y corrupto en el que está hundido el país. Chávez es parte fundamental del problema y no precisamente parte de la solución.

Si Capriles gana, como espero, su gobierno ha de honrar las promesas y compromisos adquiridos con el país. Doy por buenas las palabras que en esa dirección el candidato ha repetido hasta el cansancio, por lo cual le confiero el beneficio de la buena fe. El suyo ha de ser  un gobierno patriótico (no patriotero), de inspiración democrática, civilista y popular, propulsor de los derechos constitucionales, escrupuloso en el manejo de los recursos públicos y volcado a la real solución de los problemas que agobian a la sociedad toda, en especial a los segmentos más pobres y vulnerables.

Pero si a posiciones claves de poder llegaran a colarse factores interesados en torcer el camino del nuevo gobierno hacia rumbos contrarios al interés nacional y popular, los sectores patrióticos de la Unidad Democrática deben estar alertas y prestos a enfrentar y derrotar semejantes pretensiones y ayudar a Capriles a honrar sus compromisos populares.

El cambio democrático y progresista que se avizora a partir del 7 de octubre gozará de estabilidad y largo aliento conforme al exitoso desempeño del nuevo gobierno, al cual deben coadyuvar todas las fuerzas políticas y sociales que hoy apoyan a Capriles y cuyo respaldo crecerá entre los sectores populares en la medida que éste vaya haciendo realidad sus promesas.

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